MALDIVAS en una semana

Mi verano 2021 nada tuvo que ver con el 2020, donde únicamente disfrute de un fin de semana por Bilbao con mi mama. Este año por el contrario tuve la oportunidad de realizar las tres distintas escapadas que solía realizar cada verano:

  • Con amigos a la ciudad de Milán un fin de semana.
  • Con mi madre a Málaga.
  • Y con mi pareja con quien volé hasta Maldivas!!

Maldivas es un destino en el que jamás me habría imaginado que me sorprendió para bien, tanto que casi no quería volver, y que se encuentra actualmente dentro de mi top 5 de viajazos realizados donde ya se encuentran entre otros Islandia, Japón, Nueva York y Moscú.

En este post os vengo a contar cómo fue nuestra experiencia durante una semana en las Islas Maldivas. Nosotros somos culos inquietos cuando viajamos y este es nuestro primer destino de sol y playa al que vamos por tanto tiempo, pero tranquilos que aún siendo un viaje de relax no paramos quietos.

Encontramos una oferta en una de las páginas de viajes donde siempre solemos cotillear para copiar un poco los itinerarios y hacernos una idea básica de lo que podríamos visitar en algunos lugares. Pero en esta ocasión tras sopesar varias opciones decidimos contratar un paquete de todo incluido a uno de los resort que anunciaban, con vuelos incluidos para una estancia de una semana.

Comienza la aventura

El viaje fue muuy largo, cogimos un vuelo después del trabajo e hicimos escala de madrugada en Doha donde pillamos sala VIP, concretamente la sala Al Maha para pasar mejor la espera. Nuestra idea era darnos una ducha y cenar en la salita aprovechando para descansar un poco pensando en que sería un buen lugar para descansar.

INCISO SALA VIP AL MAHA

Esta sala VIP en el aeropuerto de Doha cuesta cerca de 40e. sin embargo, nos la encontramos abarrotada de gente, con los baños cerrados varias horas y poquísima variedad de comida.

En líneas generales, mal no se estaba pero no había diferencia entre estar en esa sala y en una silla de las de la terminal. Además tenían puesto el aire demasiado alto para mi gusto.

Viendo que el aeropuerto de Doha es el más espectacular de todos en los que he estado, yo no volvería a pagar esta sala VIP aprovecharía para cotillear en las tiendas o tomar algo porque sale más rentable que pagar esta sala en concreto.

No fue la primera vez que cogíamos sala VIP, pues en Japón tuvimos también una escala larga y decidimos entrar en una y la verdad que acertamos de pleno, pero en Doha … esta sala en concreto no merece la pena. No la pudimos aprovechar mucho y apenas descansamos.

Por suerte a la ida fuimos volamos en business y pudimos dormir un rato en el avión de Doha a Malé que pillaba justo de madrugada.

¡Pronto os contaré cómo fue nuestra experiencia volando en los diferentes aviones y asientos de Qatar Airways, estad atentos!  

La llegada a Malé fue sencilla pues nada más salir de la terminal había un señor esperándonos para indicarnos cómo íbamos a llegar al hotel. Este señor nos indicó que en una hora saldría un hidroavión que nos llevaría a la isla.

Nos llevaron en furgoneta hasta una salita de espera de la aerolínea de los hidroaviones, Manta Air, los cuales por fuera eran muy bonitos, aparentemente todo muy bien cuidado y demás.

La hora de espera se hicieron 3 y la sala se fue llenando cada vez más y más. Cuando estuvo llena metieron las maletas en diferentes aviones (de muy mala manera) y nos dijeron que fuéramos subiendo a los aviones, dirigiéndonos a uno en el que no habían cargado nuestras maletas, menos mal que les preguntamos porque iban tan a su bola que nos estaban metiendo en el avión contrario sin darse cuenta y a saber dónde habríamos acabado.

El hidroavión por dentro era viejo viejo y estaba medio roto, la verdad es que no fue una bonita experiencia. Yo lo pasé bastante mal, hacía mucho calor y el olor a gasolina era nauseabundo, eso sumado al cansancio acumulado y a que el hidroavión hacia como varias paradas hizo que lo pasase bastante mal.

Nos dejó como en un muelle en medio del océano donde nos esperaba una lancha. Me bajé muy mareada, pero fueron extremadamente amables ayudándome a subir y bajar de todos lados.

El viaje fue horrible pero las vistas fueron increíbles, las cosas como son.

De nuestro vuelo fuimos los únicos que íbamos a Kihaa.

¡Y POR FÍN LLEGAMOS!

Cuando llegamos había un señor esperándonos para darnos la bienvenida, explicarnos un poco todo y mostrarnos la isla, la cual era pequeñita pero impresionante, nunca antes había visto unas aguas tan bellas. También nos recibió una pequeña raya que merodeaba por la zona, algo que auguraba que sería un buen viaje:)

Pronto también os contaré en detalle todo sobre el resort en el que estuvimos, estad atentos! 

Tras la bienvenida, fuimos a la habitación a descansar un rato. Nuestra habitación estaba en una de las cabañitas situadas sobre el mar con unas vistas impresionantes y piscinita privada lo cual fue una maravilla.

Permanecimos en la habitación hasta la hora de la cena. La primera noche que llegamos hubo cena temática italiana, además de platos variados. La cena estuvo muy bien.

Después de esto, paseamos un poco por la isla de noche hasta que encontramos una mesa de ping-pong donde echamos un par de partidas hasta que nos fuimos a la habitación.

SEGUNDO DIA

Nuestro segundo día empezó con un desayuno bufé bastante bueno y variado seguido de un corto paseo hasta el edificio central del resort, donde se encontraba la recepción. Allí preguntamos por las actividades diarias, tal y como nos había aconsejado el chico que nos enseñó el lugar la noche antes, pero resultó que no tenían nada más que una actividad en todo el día por lo que no tardamos mucho en decidir qué hacer.

Con un poco de decepción por la poca variedad de actividades decidimos ir a ver donde estaba el centro de buceo puesto que teníamos claro algunas de las cosas que queríamos hacer en nuestro viaje de «relax».

centro de buceo

El centro de buceo es de una empresa externa al resort, Ocean Dimension, y se encuentra en la otra punta de la isla cerca del puerto y al lado de una supervilla que tenía el resort.

Cuando llegamos allí nos atendieron unos chicos muy amables y nos explicaron un poco todas las actividades que tenían disponibles.

Al ser externos al resort, todas las actividades conllevaban un precio, sin embargo, su pago se realiza al final de la reserva junto con el check out, lo cual facilita que te apuntes a cosas.

Tras cotillear las actividades decidimos apuntarnos a realizar snorkel en Hanifaru Bay, una reserva de la biosfera famosa por ser uno de los lugares de alimentación de manta rayas más importante de Maldivas y una de las más grandes y mejor conservadas del mundo. Y, por supuesto, uno de nuestros objetivos clave en el viaje.

Tras apuntarnos decidimos pasar el resto de la mañana haciendo snorkel por nuestra cuenta en una de las playas de la isla para practicar, puesto que en Hanifanu Bay íbamos a estar en medio del océano y llevábamos semanas (o incluso años en el caso de mi chico sin nadar más de dos metros).

La verdad que fue espectacular ir con las máscaras viendo la belleza natural de los peces y corales que se encontraban a escasos metros de la playa, me sorprendió bastante la verdad y en realidad desde ese momento (segundo día) no pude bañarme en el mar sin mas por temor a poder pisarle la casa a alguno de esos pececitos.

Me fascinó esa parte de la playa pues semanas antes, en Malága apenas había visto mis manos bajo del agua y aquí aun sin gafas veías a los peces bordearte como si tal cosa. La primera vez que veía algo así fuera de un acuario u oceanográfico.

Tras la maravillosa experiencia decidimos darnos una buena ducha e ir a comer.

Después de comer pasamos una tarde de chill en la piscina hasta la hora de prepararnos por que por la tarde fuimos a un crucero al atardecer. La idea de esta actividad era pasear en barco y ver el atardecer mientras te servían una bebida y un sándwich.

La última vez (previo a este viaje) que me subí a un barco lo pasé realmente mal asique me compré una estupenda cajita de biodramina que me fue de fábula todo el viaje! Os lo cuento para que un mareo no os impida hacer cosas, por que a mi me funcionó.

Prácticamente toda la gente del resort se apuntó al crucero el cual era un barquito pequeño de dos pisos, aunque el de arriba era prácticamente el techo del barco con una minibarandilla, teniendo que sentarte apiñado en el suelo. Nosotros fuimos los únicos que nos quedamos abajo, pues no quería arriesgarme a pasarlo mal solo por estar con los demás pasajeros, asique vimos el atardecer sentados tan a gusto y solitos en la parte de abajo.

Tuvimos muchísima suerte (o eso creo yo) porque pudimos ver muchísimos delfines saltando, nunca había visto un delfín en libertad y la verdad fue impresionante poder ver a tantos saltando y nadando juntos. No estaban cerca de nuestro barco pero se les pudo ver muy bien.

Nada más volver del crucero fuimos a cenar.

Tras la cena celebraron la denominada Bonfire una fiesta en la que pusieron una gran hoguera y música chill out en una de las playas, por lo que decidimos coger un cóctel en el bar y acercarnos a pasar el rato.

TERCER DIA

Tras desayunar nuestro tercer día prometía y mucho, asique decidimos pasar la mañana haciendo snorkel peeero desgraciadamente y, como era de esperar, el día anterior NOS QUEMAMOS llevábamos unas espaldas que daban miedo y eso que por falta de crema no fue, asique decidimos ir al centro de buceo y alquilar algo de equipo.

El alquiler la verdad que no me pareció para nada caro, alquilamos unas aletas y trajes de neopreno para poder hacer snorkel sin temor a requemarnos de nuevo. Los precios como os digo super asequibles, 5 euros las aletas y 7 el traje, el cual podías alquilarlo el día entero o solo medio día, como por la tarde teníamos excursión nos lo quedamos todo el día.

Fue la primera vez que me ponía un traje de neopreno y me costó la vida subírmelo pero lo conseguí, me hizo realmente feliz poder ir a nadar tranquila con el traje sin miedo a quemarme.

Como íbamos a salir de excursión por la tarde, decidimos probar antes la GoPro (y menos mal) tras varias horas en el agua lo único que grabe con la cámara pegada al pecho fue suelo, sin más.

Tras comer, nos preparamos y nos fuimos a una de las excursiones más deseadas de todo el viaje, la visita a Hanifaru Bay.

Ninguna otra persona se apuntó a la excursión por lo que fuimos completamente solos y mejor conseguimos una excursión privada a precio de grupo. Los chicos del barco fueron muy amables y nos explicaron previamente hacia donde íbamos a ir, que esperaban que viéramos y como proceder frente a las mantas.

En cuanto a las mantas me daban mucho respeto por lo que hicimos todo según de nos indicó, nada de acercarse, tocarlas o nadar tras ellas, siempre al lado o lejos.

Cuando llegamos al lugar, tuvimos que nadar muchísimo puesto que al parecer tuvimos mala suerte y apenas había mantas, aunque para mí ya ver una iba a ser increíble. Cuando llegamos al punto exacto en medio de la nada, donde más plancton había y por tanto, más mantas fue espectacular.

Como os cuento no había tantas como se ven en las imágenes de internet pero aún así fue impresionante el tamaño y la belleza de esos animales. Lo malo llegó cuando empezaron a llegar las excursiones de otros resort, que la gente ya hacía lo que quería y impedían disfrutar en calma de las mantas. Pero aún así fue algo que repetiría sin dudarlo.

Volver a subir al barco fue un poco más odisea porque las olas me agobiaban un poco pero como os digo los chicos super atentos me ayudaron mucho.

Acabamos reventados de tanto nadar y es que la excursión duro varias horas y nos ocupó prácticamente toda la tarde. Asique nada más volver nos dimos una ducha, nos cambiamos y fuimos a reponer fuerzas con una rica cena.

Tras la cena hubo karaoke, nosotros no salimos a cantar pero nos lo pasamos muy muy bien, no pude reirme más, fue una de mis noches favoritas.

CUARTO DIA

Nuestro cuarto día comenzó visitando la recepción del hotel tras desayunar como cada mañana para preguntar por la actividad del día, casualmente nunca había nada pero nosotros lo intentábamos.

Decidimos volver al centro de buceo, que fue uno de los lugares al que más veces acabamos yendo a lo largo del viaje. Allí preguntamos por qué otras cosas podíamos hacer durante nuestra estancia ya que la visita a Hanifaru Bay nos encantó.

Por el camino, decidimos cotillear un poquito más la isla que tenia recobecos muy cucos entre las diferentes cabañas.

Tras sopesar las opciones decidimos apuntarnos a bucear, como no teníamos ni idea y a mi eso me da mucho respeto tuvimos que apuntarnos a realizar la iniciación con bautismo en el mar programada para el día siguiente.

Como no había nada más que hacer decidimos hacer un poco de relax y practicar otros deportes acuáticos que ofrecía la isla. En el resort había bastante material de libre disposición por lo que solo tenías que asegurarte de que nadie lo estaba usarlo para poder cogerlo sin problema y eso hicimos.

Decidimos hacer piragüismo un rato al rededor de la isla hasta que nos cansamos porque el sol pegaba mucho.

La verdad es que tuvimos mucha suerte con el clima, puesto que fuimos en «mala» época y se suponía que íbamos a encontrarnos días de lluvia pero nos hizo muy buen tiempo.

Tras estar con la piragüa un rato nos fuimos a la piscina general del resort enfrente del bar a descansar. Esta piscina era genial, aunque no cubría era perfecta para nadar un poquito y hacer el garbanzo y quedarse tranquilamente en remojo admirando las vistas, una de las cosas que más me gusta hacer en una piscina.

Tras comer decidimos pasar una tarde de relax en nuestra propia piscina, ya nos habían empezado a acribillar los mosquitos de la isla y ese agua era maravilla pura para aliviar el picor, además de que tener la habitación según sales de la piscina es un punto extra bastante bueno.

Según avanzaba la tarde nos fuimos a uno de los puertos del resort donde cada tarde el señor que controlaba dicho punto alimentaba a mantas y tiburones como si fueran dóciles perritos.

Cuando llegamos medio resort se encontraba allí pero a pesar de la gente pudimos disfrutarlo un montón, nunca habíamos visto esos animales tan de cerca y ver como los tiburones se alimentaban de pescado crudo ignorando al resto de fauna fue impactante puesto que son animales que dan mucho respeto.

Estuvimos viendo como los alimentaban hasta que se fue la última raya y con ella empezó a caer la tarde, fue algo muy guay, me gustó muchísimo.

Tras la cena tomamos una copa en el bar hasta la hora del cine. La noche de cine fue muy aburrida la verdad, pensé que pondrían una peli subtitulada en inglés o algo pero pusieron el documental de Friends, y no me matéis pero no he visto la serie más allá de algunos capítulos sueltos, por lo que no era algo de mi interés. Nos aburrimos pronto y nos fuimos a jugar al ping pong.

QUINTO DIA

En nuestro quinto día estaba muy nerviosa puesto que nos habíamos inscrito en la iniciación al buceo y era algo que me daba mucho respeto / miedo, asique estuvimos toda la mañana dándonos un baño en las diferentes piscinas, en la nuestra y en la infinita del resort.

Comimos prontito porque teníamos el buceo a las tres de la tarde y no queríamos ir muy llenos.

Cuando llegamos al centro de buceo nos pusimos el traje y nos dieron una clasecilla práctica de como media hora o así, para explicarnos qué íbamos a hacer, cómo lo íbamos a hacer, qué equipo llevábamos y qué significaba cada cosa que teníamos en nuestra espalda, así como los signos para comunicarnos debajo del agua, cómo proceder ante cualquier imprevisto y qué animalitos podríamos encontrarnos en nuestra primera inmersión.

En esta ocasión de nuevo estábamos solos con el instructor porque nadie más se había apuntado a realizar una iniciación al buceo. La verdad que los chicos del centro de buceo eran todo un encanto se les notaba muy pros y eso generaba confianza.

Una vez aprendida la lección nos pusimos el chaleco, eso pesaba mil demonios y según mi chico parecía un ermitaño transportándolo. Yo, que soy muy patosa me costó un montón ponerme las aletas en el agua pero una vez nos empezamos a sumergir todo comenzó a ser espectacular.

Si es cierto que se me daba fatal hundirme y aún controlando la respiración mi cuerpo quería flotar hasta arriba, me costó pillarle el truquito (en verdad no logré pillarle el punto pero conseguí ir con el resto).

Estuvimos cerca de una hora bajo el agua, caminamos desde la playa hasta el arecife, donde llegamos a bajar unos 14 metros aproximadamente y como íbamos muy bien de oxígeno y tal estuvimos más rato que el planeado.

Fue una experiencia increíble que me encantó, me gustó mucho más que hacer esnórquel por que me agobie menos a pesar de que de vez en cuando mi cuerpo hacia puf y subía sin saber como evitarlo. Pero enserio me encantó la experiencia. Nunca jamás en la vida me imagine buceando y ahí estaba yo, entre pececitos, como si viviera dentro de un acuario.

Salir del agua fue complicado porque no podía con el chaleco me pesaba demasiado y tuvieron que ayudarme un poco, pero salí muy muy contenta de la experiencia y con unos pelos como una loca debido a la presión de las gafas en mi frente.

Dejamos todo el equipo en el centro de buceo y fuimos a cambiarnos a la habitación porque quisimos aprovechar la poca tarde que nos quedaba para volver a ver cómo alimentaban a los tiburones de nuevo.

Esta segunda vez que fuimos a ver como alimentaban a los animales no fue ninguna otra persona del resort, por lo que estuvimos completamente solos y el señor nos dio la oportunidad de que fuéramos nosotros quienes los alimentaran. Fue una experiencia alucinante, entre miedo y emoción, no todos los días puedes dar de comer a tiburones y rayas, porque aunque los primeros fueran «bebes» eran mucho más grandes que yo.

Fue muy divertido, e incluso nos animamos a tocarlos como hacía el señor sin problema, parecian perritos esperando con ansia su comida. Muy guay la verdad.

Tras la cena, los encargados del centro de buceo hicieron una presentación sobre las cosas que hacían, los tipos de animales que rondaban por la isla y cómo eran las mantas que habíamos visto días antes en Hanifaru Bay.

Fue una presentación bastante guay e interesante que me gustó mucho. Mucha gente desconocía que había un centro de buceo en la isla, lo cual explicaba que nadie se hubiera apuntado a nada.

Nuestro quinto día fue muy muy guay la verdad.

SEXTO DIA

Nuestro sexto día empezó como cualquier otro con un rico desayuno mientras los mosquitos nos desayunaban, en esta ocasión no fuimos al centro de buceo, porque el día anterior antes de irnos a bucear nos apuntamos a una excursión para por la tarde, asique aprovechamos la mañana para recorrer la isla y disfrutar de las distintas piscinas.

Tras comer fuimos a prepararnos para la excursión a la que nos habíamos apuntado el día de antes que consistía en ir a ver varios sandbank, bancos de arena en medio del océano, y hacer snorkel en los alrededores de estos. Para esta excursión se necesitaban un mínimo de 4 personas, asique en un principio hablamos de no hacer nada si no salía el plan.

Cuando llegué al centro, la chica me explicó que finalmente no había gente suficiente para hacer la actividad, no nos importó mucho porque estábamos cansados. Sin embargo, nadie sabe muy bien como acabamos metidos en un barco camino a ninguna parte para bucear de nuevo en mitad del océano.

En esta ocasión no estaba preparada mentalmente pero no rechacé la idea de volver a bucear, en el barco había dos personas más que se suponía que sabían ya bucear también y 2 instructores que se harían cargo de nosotros.

Nos lanzamos al agua y sin saber muy bien porqué acabé lejísimos del grupo y tuvieron que venir a medio rescatarme. Una vez estuvimos en el punto iniciamos el descenso, en esta segunda ocasión bajamos un poco más que en la primera hasta los 17 más o menos pero tuvimos mucha peor suerte que la primera vez, puesto que la corriente era muy muy fuerte y se nos hizo algo duro aclimatarnos al principio.

Yo que soy un pato acabe arrastrada en varias ocasiones por la corriente hasta que uno de los instructores me sujeto cual muñeco y no me soltó en todo el viaje. La verdad que se notaba la presión del agua y el frio de vez en cuando en las gafas que se medio congelaban, pero aún así la experiencia fue bastante buena.

Vimos un montón de peces y corales distintos a los vistos el día anterior, llegando a nadar entre ellos en varias ocasiones. Mi chico y yo terminamos separándonos puesto que tanto él como uno de los señores que estaban con nosotros se quedaron sin oxígeno antes que al resto, por lo que yo y el otro chaval seguimos un rato más bajo el agua.

La verdad la experiencia me gustó pero al tener tanta mala suerte no la disfrute tantísimo como el primer día. Aún así repetiría:) os recomiendo mucho animaros a hacer este tipo de actividades que de primeras dan miedo y después no quieres parar.

Subir al barco fue una odisea porque soy super patosa y eso pesaba mucho, pero para la gente normal esto último no supone ningún problema. Regresamos al resort y de ahí directos a pegarnos una buena ducha y descansar un poquito.

Tras la cena llegó mi noche favorita, la noche «blanca» pusieron música como si fuera una fiesta pero solo bailamos literalmente tres personas, todo era reggaetón del viejo en español que invitaba a bailar aunque nadie lo hiciera. Yo me las sabía todas y por supuesto me las bailé todas. Fue muy muy divertido.

Decidimos hacer un parón de la «fiesta» porque un empleado del resort nos había comentado que a una determinada hora se podía ver de nuevo a los tiburones en el puerto e incluso a alguna pareja de tortugas y nosotros no queríamos perdérnoslo.

Cuando llegamos el hombre que se encargaba del puerto, el mismo que alimentaba a las rayas y tiburones por la tarde, nos enseñó donde se encontraban e incluso los llamó para que salieran, fue muy muy especial.

Regresamos un rato más a la fiesta y nos fuimos a descansar.

SEPTIMO DÍA

Nuestro séptimo día nos lo tomamos de relax por completo, un día haciendo lo que hace todo el mundo que visita Maldivas. Nada.

Desayunar tranquilos, darte un baño, pasear por la playa, recorrerla entera, cotilleamos la super villa, nos bañamos en la otra piscina comimos, siestecita y otra vez al agua.

Decidimos sacarnos algunas fotos porque era prácticamente nuestro último día en la isla y ver el atardecer desde el mirador al final de las cabañitas donde nos alojábamos.

Tras la puesta de sol nos pusimos monos y fuimos a disfrutar de una cenita con temática maldiva que no estuvo nada mal. Por la noche no hubo fiesta, asique solo nos limitamos a tomar algo en el bar.

ÚLTIMO DÍA (SÁBADO)

Nuestro último día fue algo triste porque no nos queríamos ir y es que de verdad que eso es un paraíso. Desayunamos con normalidad y nos pasamos la mañana haciendo la maleta y descansando puesto que saldríamos después de comer.

El check out estaba bien porque no te echaban de la habitación hasta una hora y pico antes de irte, supongo que porque muchos remolonearán y no querrán irse. Asique estuvimos bastante esperando en recepción al hidroavión para que nos llevaran al aeropuerto.

Justo antes de abandonar el paraíso pudimos ver a otra de las rayas que merodean por la isla. Fue muy curioso, pues en nuestro primer día vimos otra en el mismo lugar.


Por último, contaros que uno de los días estuvimos hablando con uno de los chicos que trabajaba allí y quién más nos había atendido durante nuestra estancia. Le preguntamos por unas obras que veíamos desde nuestra ventana y nos contó que en la isla de enfrente a nuestras casitas vivía gente local que trabajaban día y noche por crear barreras artificiales donde antes había corales con la finalidad de impedir que el océano se comiera la isla. El cambio climático y la contaminación habían provocado que, con el paso del tiempo, los animales y corales que rodeaban la isla desaparecieran y con ellos que apareciera la posibilidad de que la isla con el tiempo fuera a desaparecer. Y es que, en Maldivas hay islas en constante desaparición. Fue algo triste aquello que nos contó porque el lugar es espectacular y (aunque nosotros en teoría solamos hacer un turismo responsable) pese a que yendo a Maldivas ayudas a financiar la mejora de las islas, da que pensar todo lo que se consume y contamina para llegar hasta allí.

Con todo esto no quiero decir, que no vayáis a disfrutar del agua cristalina, sino que debemos ser consecuentes a la hora de viajar y tratar de ser lo más responsable posible y, sobre todo, cuidar nuestros océanos y mares así como a todos los seres vivos que lo componen.


En definitiva, Maldivas es un destino increíble tanto para la gente que solo quiere mojarse el culo en la playa como para el que no puede estar quieto sin hacer nada. Nuestro resort Kihaa tenía poco que hacer y aún así lo exprimimos al máximo, sin embargo, estoy segura de que podréis encontrar el resort que más se ajuste a vuestras necesidades y disfrutar de este entorno paradisíaco.

Maldivas se va directo a mi top 5 en viajes, así que espero que con mi experiencia se os quiten un poco las dudas sobre si visitar estas islas o no.

Durante las próximas semanas os iré subiendo diferentes post con consejos, detalles del resort y los distintos vuelos que tomamos. Permaneced atentos a las redes sociales!!


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